Comunidades energéticas: qué son, qué aportan y qué hay que saber para impulsar esta fórmula de autoconsumo colectivo

La Comunitat Valenciana ya supera las 120 comunidades energéticas -en diferentes fases de desarrollo- reafirmando el liderazgo de la región en la implantación de este modelo de autoconsumo colectivo, clave para la transición energética real, en España. En los últimos meses, se ha reforzado esta apuesta público-privada-ciudadana en el territorio por un modelo que ha demostrado ya que hace realidad los objetivos de producción y consumo de energía sostenible y eficiente, de proximidad, asequible, en manos de las personas, dinamizadora de la actividad económica de los territorios y con impactos positivos en el entorno.

En una comunidad energética, los participantes son, al mismo tiempo, propietarios, gestores y consumidores de las instalaciones y la energía producida. Permite a ciudadanía, pymes y administraciones locales organizarse para producir, autoconsumir, gestionar y almacenar su propia energía, generando beneficios no solamente energéticos, sino también medioambientales, económicos y sociales, tanto para sus integrantes como para su entorno.

Esta presencia de comunidades energéticas en nuestro territorio adquiere mayor significado si se tiene en cuenta que se ha abordado en los dos últimos años. Sin embargo, la intensidad en el ritmo de implantación de este modelo en España -donde existen entre 30 y 50 proyectos más, en diferentes fases de desarrollo- nos deja aún muy lejos del nivel de países como Alemania, que roza las 2.000 comunidades energéticas; Dinamarca, con unas 700, o Países Bajos, con más de medio millar.

Unos datos de implantación a nivel europeo que contrastan con las mejores condiciones objetivas que se dan en nuestro país para abordar con éxito estas instalaciones, lo que nos deja un gran potencial de crecimiento para los próximos años. En la Comunitat, contamos con el ‘Plan Estratégico de Comunidades Locales de Energía de la Comunitat 2030’, que establece que habrá al menos una CEL en cada municipio (542) en ese año, acompañado de diferentes programas y líneas de ayudas articuladas a través de las diferentes consellerias con competencias.

Estas medidas se alinean con la Directiva Europea de Energías Renovables, que fija la obligación a los estados de garantizar el derecho de los consumidores “a participar en una comunidad de energías renovables», con el objetivo global de “acelerar el proceso hacia un sistema 100% renovable con un modelo más participativo”, que permita avances reales en la ambiciosa meta de neutralidad climática del continente.

En este contexto, ¿quién puede promover una comunidad energética? ¿Qué beneficios aporta? ¿Cómo se gestiona? ¿Qué criterios debe cumplir un autoconsumo para configurarse como comunidad energética? ¿Cómo se puede participar?

¿Quién puede promover una comunidad energética?

La normativa europea recoge que pueden ser parte de una comunidad energética de energías renovables Administraciones Públicas, pymes y ciudadanía y cualquiera de ellas pueden promoverla, tanto en municipios y zonas vecinales como en áreas industriales.

Los objetivos, la forma de organización y el modelo de gobernanza se definirán mediante procesos de co-diseño y co-creación, abiertos a la participación de todos los integrantes de la comunidad energética.

¿Cuáles son los impactos de una comunidad energética?

En un contexto de crisis energética por las tensiones geopolíticas y de precios en máximos históricos, las comunidades energéticas aportan a sus integrantes independencia respecto al mercado de energía; capacidad de decisión y gestión; consumo de proximidad, sin usar las grandes redes de distribución, evitando parte de los costes e impuestos; precios más accesibles -con recortes de entre un 20% y un 40% de media respecto a los regulados por el mercado-, y que sus miembros se conviertan en agentes reales de la transición energética y generadores de impactos sociales y medioambientales positivos.

La vida útil de las placas solares supera ya los 25 años de media y permiten generar ahorros a los usuarios que se sumen a la comunidad energética desde el primer día. Los plazos de amortización medios son de entre 7-9 años -que, con las ayudas públicas, pueden reducirse hasta unos 4 años-.

Abordar la inversión de forma colectiva facilita el acceso al autoconsumo a hogares o pymes que no tendrían capacidad económica suficiente para llevar a cabo la inversión inicial, gracias a las sinergias y las economías de escala. Además, no tienen necesidad de realizar cambios en sus instalaciones privadas, dado que la energía se comparte por la red tradicional.

Además, la mayoría de los proyectos de comunidades energéticas contemplan la asignación de parte de la energía generada o de los excedentes a hogares en situación de pobreza energética, que afecta a millones de familias en toda Europa.

Las comunidades energéticas actúan como impulsoras de oportunidades de actividad económica y empleo en el territorio donde se ubican, al tiempo que permiten reducir las emisiones de CO2 a la atmósfera, entre otros puntos. De esta manera, contribuyen al objetivo de neutralidad climática de la UE y a los ODS 7 (‘Energía asequible y no contaminante’) y ODS 13 (‘Lucha contra el cambio climático’), con los consiguientes impactos positivos en la calidad de vida y la salud de las personas.

En el caso de las áreas empresariales, este tipo de proyectos puede tener un gran impacto, dado que la energía es una de las mayores partidas de gastos para la mayoría de las organizaciones. Reducirla y liberar recursos puede permitir abordar otras inversiones y proyectos generadores de riqueza, empleo y competitividad.

En la Comunitat Valenciana somos pioneros, también, en el desarrollo de proyectos agrovoltaicos bajo el modelo de comunidades energéticas, que contribuyen no solo a avanzar en el objetivo de energía más sostenible y accesible, sino a generar nuevas oportunidades de rentabilización de tierras abandonadas o degradadas y, con ello, a luchar contra la despoblación rural.

¿Qué actividades puede desarrollar?

El modelo de comunidades energéticas de energía renovable hace realidad los objetivos de democratización y accesibilidad de la energía, así como su gestión más eficiente y sostenible.

El Instituto para la Diversificación y Ahorro de Energía (IDEA, dependiente del Ministerio de Transición Ecológica), apunta, entre las principales actividades que pueden desarrollar las comunidades energéticas locales, “la generación de energía procedente de fuentes renovables, la distribución, el suministro, el consumo, la agregación, el almacenamiento de energía, la prestación de servicios de eficiencia energética, la prestación de servicios de recarga para vehículos eléctricos o de otros servicios energéticos”.

En relación con la agregación y almacenamiento de energía, y para facilitar el suministro de la energía renovable producida fuera de las horas con sol, se están destinando grandes esfuerzos en inversión y desarrollo de sistemas de almacenaje asequibles y eficientes, de los que se esperan grandes resultados en un breve periodo de tiempo.

¿Qué requisitos debe cumplir una comunidad energética?

Ante la falta de regulación específica de las comunidades energéticas de renovables en España -el 30 de junio se cumplió un año de retraso en la transposición de la Directiva Europea de Energías Renovables (REDII)-, las iniciativas que se están desarrollando en territorio nacional se están acogiendo a los criterios definidos en la normativa de la UE.

Entre los principales puntos a tener en cuenta para que un autoconsumo colectivo pueda configurarse como comunidad energética, están:

  • Que exista una entidad jurídica de participación abierta y voluntaria, en la que pueden tomar parte Administraciones locales, pymes y ciudadanía. En estos momentos, las fórmulas predominantes son las de cooperativa y asociación sin ánimo de lucro, aunque existen algunas CEL organizadas como sociedades limitadas.
  • Participación efectiva y gestión democrática por parte de las personas y organizaciones socias.
  • La propiedad de todos los activos corresponderá a la comunidad energética.
  • Una de las características de las comunidades energéticas es la limitación del acceso a la energía generada a usuarios por distancia. Actualmente, se define un radio de cobertura de 500 metros en torno a la planta fotovoltaica. Con esta distancia, se pretende garantizar una producción y consumo de proximidad y km 0 y reducir el uso de redes de distribución. Para paliar los posibles impactos, una misma comunidad energética puede tener varias instalaciones productoras y, de la misma manera, en una misma localidad, área industrial o zona vecinal pueden existir varias comunidades energéticas.
  • Se definirán proyectos sostenibles desde una triple vertiente: económica, social y medioambiental. Se buscarán retornos e impactos positivos no solo para los miembros de la comunidad energética, sino para su entorno.
  • La rentabilidad o beneficios obtenidos revertirán en la propia comunidad o en su entorno.

No debemos olvidar que el mercado energético está sujeto a una amplia y estricta regulación en España, que rige en todas y cada una de las fases de diseño, implantación y gestión. Para resolver las dudas principales, el IDAE ha elaborado la ‘Guía de orientaciones a los municipios para el fomento del autoconsumo’, en la que recoge la principal normativa aplicable en el sector; aspectos urbanísticos; normativa sobre gestión de residuos y seguridad y salud, y otros vinculados a la tramitación municipal con impactos directos e indirectos en estas iniciativas, así como ordenanzas específicas en comunidades autónomas y ayuntamientos.

«Es necesario fijar una definición precisa y concreta de comunidad energética y establecer un marco legislativo, normativo y financiero para su impulso y despliegue. Sin esta legislación, las iniciativas de energía comunitaria, que priorizan la participación ciudadana y la mejora socioeconómica y ambiental de las comunidades y territorios, se están viendo desplazadas por proyectos de escala orientados a adaptar el modelo de negocio a los actores tradicionales del mercado», denunciaba hace unas semanas la Coalición por la Energía Comunitaria en una carta al Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico.

¿Quieres ser parte del nuevo modelo energético?

Una de las claves del impulso de las comunidades energéticas en la Comunitat Valenciana es el exitoso modelo de colaboración público-privada-ciudadana que se ha aplicado en la mayoría de las iniciativas de la región. Es importante reconocer el papel pionero de los ayuntamientos que han apostado por este modelo en la Comunitat y han demostrado su viabilidad y sus impactos, siendo fuente de inspiración para otros municipios y territorios.

Asimismo, contamos ya con varias iniciativas en áreas industriales, entre ellas, las de los Polígonos de Alcodar (Alicante) y Riba-roja (Valencia), que se encuentran entre los proyectos empresariales con mayor potencial de España, y los primeros proyectos de comunidades energéticas agrovoltaicas, en Picassent.

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