¿Por qué un sistema de gestión energética puede ser clave para administraciones y empresas?

Hablar de eficiencia energética ya no es una opción. Es una necesidad. Para muchas organizaciones, especialmente públicas, la energía representa una de las partidas presupuestarias más difíciles en su gestión. Pero también una de las más optimizables.

Aquí es donde entra en juego el Sistema de Gestión Energética (SGE): una herramienta estructurada, metodológica y con impacto directo en el consumo, la planificación y la sostenibilidad.

Más que monitorizar: gestionar con estrategia

Un SGE no es solo una plataforma de monitorización. Tampoco es únicamente un software. Es un conjunto de procesos, normas y herramientas que permite a una organización evaluar, planificar, actuar y mejorar continuamente su desempeño energético.

Eso incluye desde el análisis de datos, alertas sobre el consumo energético, hasta la definición de objetivos de ahorro y la implementación de mejoras técnicas o conductuales.

En otras palabras: no se trata solo de saber cuánta energía se consume, sino de entender por qué, cuándo, dónde y cómo se puede consumir mejor.


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¿Qué incluye un Sistema de Gestión Eenergética eficaz?

Aunque puede variar según el tamaño o el sector de la organización, un Sistema de Gestión Energética robusto suele integrar:

  • Un inventario completo de consumos energéticos, equipos e instalaciones.
  • Herramientas de monitorización, visualización y análisis de datos.
  • Alarmas automáticas y umbrales configurables.
  • Informes periódicos de consumo, costes y rendimiento.
  • Indicadores clave (KPIs) adaptados al contexto de cada centro o área.
  • Un plan de mejora continua que vincule los datos con acciones concretas.

Y lo más importante: una metodología clara, basada en normas como la ISO 50001, que facilita la toma de decisiones, la trazabilidad y la auditoría de resultados.

¿Puede ser útil en el sector público?

En edificios públicos, el consumo energético no solo tiene un coste económico. También representa una oportunidad de liderar con el ejemplo, de aplicar políticas climáticas concretas y de mejorar la calidad de los servicios.

Un ayuntamiento que implanta un SGE puede:

  • Detectar rápidamente ineficiencias en sus colegios, polideportivos o sedes administrativas.
  • Planificar inversiones con base en datos reales, no en estimaciones.
  • Priorizar actuaciones según impacto económico, energético o ambiental.
  • Comunicar resultados de forma clara y comprensible para técnicos y ciudadanía.

Además, muchos fondos europeos y programas de financiación priorizan a aquellas administraciones que ya cuentan con un sistema de gestión estructurado.

No basta con tener tecnología. Ni siquiera con instalar sensores. Lo que realmente marca la diferencia es cómo se integran los datos en la gestión diaria.

Por eso, plataformas como E·Manager no se limitan a mostrar información. Permiten establecer alarmas, automatizar informes, visualizar rendimientos comparados y tomar decisiones en base a criterios técnicos. Y lo hacen desde un entorno único, accesible y pensado para distintos perfiles: desde operarios hasta responsables políticos.

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ImpactE es el socio tecnológico que ayuda a las ciudades a planificar, priorizar y evaluar sus actuaciones  optimizando recursos de la manera más ágil y rigurosa posible.

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