Apagón eléctrico abril 2025: Un llamado urgente a la soberanía energética local

Apagón eléctrico abril 2025: Un llamado urgente a la soberanía energética local

El 28 de abril de 2025, España vivió uno de los apagones más significativos en la historia, afectando a millones de personas en todo el país. El corte masivo de energía fue un recordatorio de lo vulnerable que puede llegar a ser una infraestructura energética centralizada. Aunque este tipo de incidentes pueden parecer aislados, reflejan una realidad que muchos gobiernos locales ya están enfrentando: la dependencia de redes centralizadas y la falta de soberanía energética.

Pero, ¿qué ocurrió? Según Red Eléctrica de España (REE) el apagón se debió a un “cero energético”, que afectó a España, Portugal y partes del sur de Francia, se trata de una interrupción total del suministro eléctrico en una red, donde la tensión cae a cero o niveles muy bajos, afectando a toda la infraestructura conectada. Este fenómeno puede desencadenar una caída en cadena de sistemas eléctricos, provocando el apagón masivo.

La soberanía energética: Un camino hacia la autonomía

Aunque España ya cubre una parte significativa de su consumo energético con fuentes renovables, como en 2024, según Red Eléctrica, el 56,8 % de la electricidad generada procedió de energías limpias,, incluso en abril de 2025 se logró cubrir el 100% de la demanda eléctrica peninsular por primera vez con energía renovable, la soberanía energética a escala local es aún más importante. Promover la autonomía energética, tanto individual como colectiva, refuerza el sistema, permitiendo a los ciudadanos participar y tomar control activamente en la transición energética.

El concepto de soberanía energética se refiere a la capacidad de un colectivo para gestionar, producir y consumir su propia energía, reduciendo la dependencia de fuentes externas y aumentando la seguridad ante posibles interrupciones, fluctuaciones del mercado o inestabilidades geopolíticas. En este sentido, las instalaciones solares permiten producir y gestionar energía localmente, reduciendo la presión sobre la red eléctrica y mejorando su eficiencia.

Al descentralizar la generación, se evitan pérdidas y se estabiliza el sistema en momentos de alta demanda. Además, ofrecen a ciudadanos y entidades herramientas para conocer y optimizar su consumo, fomentando un uso más consciente y responsable de la energía, y fortaleciendo su capacidad de decisión y acción frente a los retos energéticos.

¿Pueden las instalaciones fotovoltaicas sustentar un sistema eléctrico caído?

La respuesta es sí, pero bajo condiciones específicas. En un apagón, como el ocurrido el 28 de abril de 2025, los sistemas fotovoltaicos convencionales se desconectan automáticamente debido a un mecanismo de protección conocido como «protección anti-isla». Este sistema de seguridad apaga las instalaciones solares cuando detectan la caída de tensión en la red, para evitar riesgos tanto para los técnicos que trabajan en la reparación como para la propia estabilidad del sistema eléctrico.

Por tanto, aunque una vivienda, empresa o edificio disponga de paneles solares, no necesariamente podrá seguir utilizando la energía generada durante un corte de luz, a menos que esté equipada adecuadamente. Para que una instalación fotovoltaica sea capaz de seguir suministrando electricidad en caso de fallo de la red, debe contar con sistemas de almacenamiento.

Equipos como los inversores híbridos que incluyen función de backup permiten desconectar la instalación del resto de la red y seguir alimentando consumos de manera autónoma, ya que son capaces de generar una red propia (frecuencia y voltaje estables). Esta modalidad posibilita que, incluso sin conexión a la red eléctrica general, los usuarios puedan mantener en funcionamiento dispositivos esenciales como frigoríficos, iluminación básica, sistemas de comunicación o equipos médicos.

Además, dichos inversores permiten coordinar la producción solar con baterías para almacenar energía y, aunque no es estrictamente necesario, contar con una batería es recomendable durante una caída de red, ya que estabiliza la tensión, protege equipos sensibles frente a fluctuaciones, responde rápidamente a cambios en la demanda y asegura el funcionamiento seguro y continuo del sistema en modo isla.

Es importante, además, dimensionar adecuadamente tanto la capacidad fotovoltaica como la del sistema de almacenamiento, de acuerdo al consumo energético crítico que se desea cubrir durante un apagón. Asimismo, ciertos sistemas avanzados permiten priorizar cargas y optimizar la duración del suministro con la energía almacenada disponible.

En definitiva, con un diseño adecuado, que incluya almacenamiento, inversores compatibles y estrategias de gestión de la energía, las instalaciones solares no solo pueden ayudar a afrontar cortes eléctricos, sino también reforzar la resiliencia energética a nivel local.

Los ayuntamientos como líderes en la soberanía energética

Los ayuntamientos tienen una oportunidad única de liderar el cambio hacia un modelo energético más sostenible y resiliente, a través de la instalación paneles solares en edificios públicos, como colegios, polideportivos, centros de salud o centros administrativos, es un primer paso hacia la autonomía energética local, beneficiando a los ciudadanos de forma directa.

Proyectos como comunidades energéticas locales, donde varias instalaciones fotovoltaicas y sistemas de almacenamiento trabajan de manera conjunta para abastecer a toda una comunidad, reducen directamente la dependencia de la red eléctrica y aprovechan al máximo los recursos renovables locales. 

En situaciones de emergencia, como un apagón, estos espacios pueden convertirse en centros de referencia donde la población se sienta segura y acompañada, al concentrar servicios esenciales como la información, la comunicación o la alimentación y atención sanitaria de emergencia bajo un suministro contínuo e independiente de energía.

Desafíos y oportunidades para el futuro

La soberanía energética no solo es una cuestión de seguridad energética, sino también de sostenibilidad. En un mundo que avanza hacia la descarbonización, los municipios  deben continuar su apuesta por energías renovables y almacenamiento energético cerca del propio consumo, que permitan a las comunidades generar su propia electricidad de manera eficiente, autónoma y con bajo impacto ambiental. 

En este sentido, las comunidades energéticas locales aportan beneficios concretos al sistema eléctrico, al generar y consumir energía cerca del punto de uso, lo que reduce pérdidas en el transporte, alivia la carga de la red en momentos de alta demanda y disminuye la necesidad de costosas infraestructuras de refuerzo. Además, facilitan una mayor integración de energías renovables distribuidas y aportan flexibilidad al sistema, contribuyendo a una red eléctrica más equilibrada, eficiente y resiliente.

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